The Great Gatsby: El estilo revolucionario de los años 20
Por Eva Luna
El revuelo por el remake de El Gran Gatsby no sólo queda en “una de las películas más esperadas del año”, como algunos la han catalogado, sino también lo está siendo su soundtrack, repleto de estrellas de la música y con interesantes piezas que terminan de conformar el hype perfecto para una superproducción de estas características.
Si a esto le sumamos que en el mundo de la moda la agitación es igual o más alta que en otros ámbitos de la cultura y el entretenimiento, entonces estamos ante uno de esos claros ejemplos que a menudo se dan gracias a la particular relación que tienen el cine y la moda.
En esta nueva adaptación del libro homónimo de F. Scott Fitzgerald, el lujo y la ostentación de los dorados años 20 están tan presentes en la historia como en el libro del autor norteamericano. La estética flapper de tal época marca el inicio de la mujer moderna, que desafió las convenciones sociales tanto con su vestimenta como también con su comportamiento.
Todo este estilo se puede ver en The Great Gatsby, traducido con gran acierto por la diseñadora de vestuarioCatherine Martin y la prestigiosa Miuccia Prada. Invitada por Baz Luhrmann, el director del film, la directora creativa de Miu Miu y Prada creó 40 modelos para la película, inspirados directamente en colecciones de los últimos 20 años de sus firmas.
“Nuestra colaboración con Prada refleja la estética europea que estaba surgiendo en la aristocrática costa este en la década de 1920“, comentó Martin, para después agregar que “la moda de la época vio el desarrollo de una dicotomía entre quienes aspiraban al look privilegiado de la Ivy League de Long Island y los que aspiraban al glamour, la sofisticación y la decadencia europea. Nuestra colaboración con Prada refleja la colisión de estas dos estéticas“.
Esta es la tercera colaboración entre Miuccia y Luhrmann, ya que previamente trabajaron juntos en el vestuario de Romeo + Juliet, la película de 1996 que también tiene a Leonardo DiCaprio como protagonista, y en la serie de cortometrajes que se exhibieron en la muestra “Schiaparelli and Prada: Impossible Conversations” del MET, en 2012.
Vestidos de cóctel, estolas de piel, terciopelo, sedas bordadas, encajes, paillettes, y todo el chaleston style que se pueda imaginar, forman parte de las piezas creadas por Miuccia en dorado, jade y azul topacio. En cuanto al vestuario masculino, la firma norteamericana Brooks Brothers se encargó de los más de 500 trajes que se muestran en el film, los cuales capturan el estilo de la era del jazz.
“Fitzgerald era cliente de Brooks Brothers. Es esta la conexión básica y fundamental que ha hecho que su colaboración sea tan auténtica. Brooks Brothers es mencionada en varias ocasiones en los escritos de Fitzgerald, como la representación del creador de la más fina ropa para caballeros para el distinguido hombre americano”, recordó Catherine Martin.
Aquellos dorados años 20
Las flappers fumaban, bebían, conducían automóviles, pasaban noches divirtiéndose en clubes de jazz y se habían liberado de la tiranía del corsé, mostrando las rodillas con siluetas sueltas y masculinas. De hecho,sustituyeron la moda de la época, basada en enormes sombreros y melenas largas, por el sombrero clocheajustado en la cabeza y el bob cut.
Pero este estilo no quedaba allí. Fueron las primeras en introducir el maquillaje, que usaban en exceso, y complementaban sus atuendos de plumas y flecos, -vestidos inspirados en el Art Decó- con muchas joyas, en especial larguísimos collares de perlas y adornos para la cabeza: casquetes, diademas, turbantes, entre otros.
Se trataba de un momento en que la mujer se incorporaba al trabajo, poco a poco durante la I Guerra Mundial, y luego con mayor masividad en la posguerra, propiciando así un proceso de transformación civil y cultural. No querían vestirse con vestimenta masculina, pero adornaban de manera pomposa sus vestidos de corte recto y hasta las rodillas.
En un contexto donde la aristocracia marcaba las pautas de la moda, el cambio que trajeron consigo las flippers determinaron el primer germen del culto a las celebrities: actrices como Clara Bow o Louise Brooks ostentaban el bob cut, convirtiéndose en verdaderas trendsetters junto con otras personalidades de la cultura, que con su actitud y estilo influían en las mujeres de la época. Otro ejemplo es Zelda Fitgerald, la esposa del autor de The Great Gatsby, que fue un ícono de estilo y musa del escritor.
Así nacen las IT girls, jóvenes magnéticas que tienen “eso”, un plus que las hace atractivas a todo el mundo. Sin embargo, la flapper más conocida y reivindicada por la historia es Coco Chanel, no sólo por su estilo de vida, sino esencialmente por la revolución que implicaron sus diseños.
Los colores neutrales y los tonos pasteles, además de una preponderancia del negro, aparecieron en los vestidos de la diseñadora francesa, a los que decoraba con bordados para darles un toque de lujo y sofisticación a siluetas confortables y modernas. Fue en 1926 cuando Coco creó el little black dress, todo un símbolo de la moda actual y la influencia del flapper style hasta nuestros días.
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